Las temperaturas medias y la explosión de color típica de la primavera convierten esta época del año en el mejor momento para descubrir las más de 4.000 especies de plantas que se encuentra en el Pirineo y que desaparecen o se minimizan el resto del año.
Los Pirineos son el segundo núcleo de diversidad de Europa, después de los Alpes. Casi en cualquier punto puedes perder la mirada disfrutando de tonalidades y diferentes especies pero te explicamos los imprescindibles:
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido:
La joya del pirineo aragonés nos regala su esplendor natural entre abril y junio con prados y caducifolias teñidos de verde, hayas, abetos blancos y pinos silvestres; sauces, abedules y fresnos en las partes más húmedas y una joya que solo se encuentra en Benasque y Ansó, el “diente de perro” (Erytronium dens-canis), un bulbo con una flor y hojas con manchas rojizas.
Entre las 1.500 especies de flora identificadas en el parque natural hay especies comunes y otras más endémicas de afinidades muy diversas: atlánticas, boreoalpinas, oromediterráneas, mediterráneas… Destacan especies como el zapatillo de Venus (Cyprypedium calceolus), Calamintha grandiflora, la madreselva de los Pirineos (Lonicera pirenaica), prímulas (Primula acaulis), lirios (Lilium), iris, gencianas (Gentiana acaulis), la corona de rey (Saxifraga longifolia), saxífragas, potentillas (Potentilla argéntea), merenderas (Colchicum montanum), espuelilla (Delphinium gracile)…
Puedes adéntrate en este paraíso natural por el sendero GR 11 Senda Pirenaica, homologada como Sendero Turístico de Aragón.
El Bosque de Betato (Valle de Tena):
Los frondosos bosques de haya, abedules y pinos y los verdes pastizales contrastan con las flores de alta montaña como la flor de lis (Lilium), edelweiss, orquídeas, oreja de oso (Primula aurícula) y siemprevivas (Sempervivum). Entre Tramacastilla y Piedrafita, es un paseo para toda la familia con un gran valor botánico por la variedad de especies y la altura de sus hayas.
Además, puede completarse con una visita al parque faunístico de La Cuniacha para ver cómo conviven los animales entre la fauna de la zona.
Borderea chouardii: única en el mundo
Esta planta perteneciente a la familia de las Dioscoriaceae tiene su distribución mundial restringida a una sola localidad, el roqueado del Congosto de Sopeira (Huesca). Sus hojas acorazonadas florecen de mayo a junio sobre rocas calizas. Como curiosidad, es una planta dioica y sus flores masculinas se agrupan en racimos de 10 a 15 mientras que las femeninas son solitarias y alargadas.
El emblema del Pirineo: Edelweiss
Más hacia los meses de verano podemos disfrutar de la planta de las nieves (Leontopodium alpinum), la flor por excelencia de los Pirineos. Esta especie en peligro de extinción crece de forma natural a partir de los 1.000 metros en praderas de Monte Perdido, Cañón de Añisclo y valle de Pineta.
Blanca, con tonalidades amarillentas, y rodeada de pelusilla representa la osadía, la valentía y pureza. Siempre se encuentra en pequeños grupos.
Otras flores que podemos encontrar en el Pirineo en primavera son el narciso mediterráneo (Narcissus assoanus), Borderea pyrenayca, Androsace ciliata, perforanieves (Galanthus nivalis), Viola diversifolia, Scropularia pirenaica, lirio azul (Iris latifolia), Gentiana acaulis, azucena de los pirineos (Lilium pyrenaicum) y aguileña (Aquilegia pyrenaica).
Si quieres perderte por la flora del Pirineo, Edificio CaMMino (Jaca), Residencial CalMMa (Biescas), y Edificio ZiMMa (Benasque), son lo que necesitas.